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LAS CARACTERÍSTICAS PERSONALES PSÍQUICAS COMO FACTOR DE RIESGO

Las características
personales de los trabajadores y su posible inadecuación al puesto son fuente
de potencial riesgo de siniestralidad que no se tienen en cuenta. Dentro de las
características de las personas se encuentran las características físicas y las
psíquicas.
En la actividad
empresarial y en lo relativo a prevención de riesgos laborales, se suelen tener
en cuenta las características físicas. A nadie se le ocurre, por ejemplo, poner
a una persona con una importante discapacidad física en una pierna, que se
mueve con una evidente dificultad y notable inestabilidad, en un andamio
situado a 8 metros de altura. Las discapacidades físicas o inadecuaciones
físicas a determinados puestos de trabajo se detectan rápidamente, en casi
todos los casos a simple vista.
Pero con las
psíquicas no ocurre lo mismo. Son más difíciles de detectar, hace falta un
estudio profesional al que solemos oponernos pues, frecuentemente pensamos,
raya lo subjetivo y, además, todos nos atrevemos a opinar al respecto aunque nuestros
conocimientos sean mínimos o nulos en esta materia.
            Por poner un ejemplo clarificador, ¿quién se plantea realizar un estudio
de las características personales de los trabajadores cuando debemos nombrar
trabajadores designados para la actividad preventiva, o recursos preventivos
para un momento productivo puntual, o bien tenemos que designar a las personas
que tienen actuar en caso de una situación de emergencia?
            Imaginemos
este último ejemplo. Hemos nombrado a Juan para que, en caso de emergencia,
acuda a situarse en un punto concreto y, desde allí, oriente a las personas que
deben evacuar el centro de trabajo o de pública concurrencia por dónde deben
hacerlo. En el momento de activarse el protocolo de emergencia, Juan es presa
de un ataque de pánico y, o sale despavorido o sufre un bloqueo que le impide
realizar la función que tenía asignada y deja el resultado de la situación de
emergencia más al azar de lo que debería.
            Pues
estas características psíquicas nos hacen a cada persona distinta y, por tanto,
a cada trabajador también y, como hemos podido comprobar, son fuente de riesgos
laborales.
            ¿Somos
todos igual de imprudentes? ¿Lo somos en las mismas condiciones? ¿Toleramos
todos de igual modo el estrés? ¿Qué situaciones son las que nos provocan estrés
a cada uno de nosotros? ¿Soy tendente a cumplir normas? ¿Por el simple hecho de
cumplirlas? ¿Me tienen que convencer para asumir unas normas? ¿Soy una persona
proactiva en mi grupo de trabajo para que se cumplan las normas de prevención? ¿Existen equipos de trabajo en los que es más
probable, por las características personales de los trabajadores que los usan
puedan provocar situaciones de estrés laboral?
También el estado de ánimo de los trabajadores puede
ser causa de despistes con consecuencia de accidente, o de desmotivación para
atender las normas de seguridad. ¿Qué le pasa últimamente a Jorge que está en
las nubes?
Por ejemplo, si Jorge tiene un alto grado de
neuroticismo o inestabilidad emocional, tenderá más fácilmente a verse afectado
en su estado de ánimo por las situaciones de su entorno que otras personas, y
por tanto a cambiar rutinas de trabajo habituales. En otros ejemplos, alguien
con un alto grado de psicoticismo será menos consciente de las consecuencias de
actuaciones arriesgadas, o las personas con un alto grado de curiosidad serán
más proclives a aburrirse con las rutinas habituales y ensayarán otras nuevas,
quizá poco recomendables desde un punto de vista de prevención de riesgos
Alguna pregunta similar podríamos hacernos en el
ámbito psicosocial ¿Somos todos igual de vulnerables al acoso en el trabajo?
.           Así podríamos citar innumerables factores psíquicos
que nos hacen diferentes a unas personas de otras, y que condicionan
comportamientos individuales y peculiares de exposición al riesgo.

            Las
preguntas que nos podemos hacer en esta materia son infinitas, pero denotan con
palmaria claridad que hay factores de riesgo que no estamos estudiando suponiendo
que las personas actuamos casi de igual manera ante las mismas situaciones;
nada más lejos de la realidad. En la misma situación, es sabido que dos
personas pueden tener, con casi totalidad certeza, reacciones completamente
diferentes, incluso totalmente contrarias, también la misma persona en
distintos momentos o en distintos contextos de relación psicosocial puede tener
reacciones distintas.