6ª ENCUESTA NACIONAL DE CONDICIONES DE TRABAJO INSHT. PRINCIPALES DATOS
Recientemente, ha sido publicada por el INSHT la 6ª Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo en España, que parte de los datos de 2.015. Se facilitan en esta información las conclusiones y datos principales mediante el Resumen Ejecutivo de la citada Encuesta.
- Los datos deben ser valorados en el marco de cambios demográficos, tecnológicos y laborales. La población ocupada muestra un claro envejecimiento,
debido, en buena parte, a la importante
destrucción de empleo juvenil durante la crisis. Asimismo, la proporción de mujeres ocupadas crece,
si bien aún se mantiene una marcada segregación
tanto ocupacional como jerárquica entre sexos. El
empleo de tecnologías de información y comunicación
se extiende a nuevas ocupaciones, al
tiempo que su uso se intensifica. De esta forma,
en 2015 casi uno de cada tres ocupados utiliza
para desarrollar su trabajo, siempre o casi siempre,
ordenadores u otro equipamiento informático.
- Influencia de la crisis económica: Las reestructuraciones laborales han
afectado a los centros de trabajo del 21% de los
entrevistados, a 6 de cada 10 entrevistados habían sido informados con
anterioridad a que se produjera la reestructuración y a menos de dos
de cada diez se les solicitó su opinión. El 47% de los trabajadores habían experimentado
cambios en sus condiciones laborales
en el último año (incremento de jornada, tareas y responsabilidades así como reducción de salario). Por su parte, la distribución de ingresos muestra que 3 de cada 4 mujeres declaran tener ingresos bajos y en los hombres son 2 de cada 4, y por edad, el 75% de los menores de
35 años obtienen salarios bajos,
frente al 54% de los trabajadores de mayor rango
de edad. Un 55% de los asalariados tiene un salario
fijo, el 40% tiene un salario fijo más complementos
de diversa naturaleza y el 5% no tienen
salario fijo y sólo perciben pagos variables. Entre los trabajadores
de industria lo perciben casi el 10% y es
más frecuente cuanto mayor es el tamaño de plantilla
del centro donde trabaja.
El 22% de los trabajadores considera bastante posible
perder su trabajo en los siguientes seis
meses, la misma proporción que en 2010 y ocho
puntos porcentuales más que en 2005 (14%). A
este respecto, no hay diferencias por sexo pero sí
las hay por edad (manifiestan más inseguridad los
jóvenes menores de 35 años), por situación profesional
(asalariados), por tipo de contrato (temporales
y trabajadores sin contrato) o por tipo de
jornada (jornada a tiempo parcial).
Al menos el 15% de los trabajadores autónomos
podrían ser calificados como “autónomos dependientes”
(Trade) ya que cumplen el criterio de que
al menos el 75% de sus ingresos provienen de un
único cliente.
- La exposición a riesgos físicos y
ambientales no mejora: Los riesgos físicos y ambientales más señalados
por los trabajadores, (exposición mínima durante el 25% de su jornada) son las altas y bajas temperaturas (36% y 25%, respectivamente) y el ruido elevado que
obliga a levantar la voz (28%). Desde 2010 no se
aprecia una mejora en las cifras de exposición a
este tipo de riesgos, por el contrario han aumentado
significativamente muchos de ellos; es el
caso de la exposición a altas temperaturas (9,6
puntos porcentuales), la manipulación de productos
o sustancias químicas (8,1 puntos), la manipulación
de materiales infecciosos (7,8 puntos), o
respirar vapores como disolventes o diluyentes
(3,3 puntos). La exposición a estos factores de
riesgo es más habitual entre los hombres; estos
presentan frecuencias significativamente más altas
que las mujeres en ocho de los nueve riesgos físicos
y ambientales planteados, con la única excepción
de la manipulación de materiales infecciosos.
- Creciente incidencia de riesgos
ergonómicos:
Los riesgos de carácter ergonómico más extendidos
siguen siendo la exposición, durante al menos
una cuarta parte del tiempo de trabajo diario, a
movimientos repetitivos de manos o brazos, que
afecta al 69% de los trabajadores, las posiciones
dolorosas o fatigantes (54%) y llevar o mover cargas
pesadas (37%). La actividad de levantar o
mover personas implica al 11% de los trabajadores.
También se observa que desde 2010 ha aumentado
la exposición a todos ellos.
- Mayores exigencias de trabajo:
En lo que respecta a los riesgos psicosociales, un
tercio de los ocupados manifiesta que debe trabajar
siempre o casi siempre a gran velocidad y el
35% debe cumplir plazos muy ajustados. Quienes
deben hacer frente a la vez a ambas exigencias
son más de una cuarta parte del total de los ocupados
(26%). En este grupo destacan las Ocupaciones
elementales (35%) y los Artesanos y
trabajadores cualificados de industria y construcción
(31%), así como las actividades de Construcción
(33%) y Comercio y hostelería (31%).
Para más de la mitad de los ocupados su trabajo
implica tratar directamente con personas. Es una
proporción creciente como también lo es la de tratar
con clientes enfadados (21%), lo que supone
una exposición a elevadas exigencias emocionales.
En ambas circunstancias hay un mayor porcentaje
de mujeres y de jóvenes.
También es de destacar que para un 42% del total
de los trabajadores su trabajo implica realizar tareas
breves y repetitivas de menos de un minuto.
- Mayor autonomía en la realización de la
tarea: Es muy relevante destacar el alto y creciente porcentaje
de trabajadores (más de dos tercios) que
disponen de autonomía para adecuar ritmos, métodos y orden de las tareas a sus propias necesidades.
El determinante del ritmo de trabajo más
frecuente es el que se deriva de “demandas directas
de personas como clientes, pasajeros, alumnos,
pacientes, etc.” (69%). La dependencia del
ritmo de trabajo de factores externos hace que la
probabilidad de tener que interrumpir la tarea que
se está haciendo para realizar otra no prevista sea
mayor. Esta circunstancia se da, con bastante frecuencia,
en casi un tercio de los ocupados.
La rotación entre tareas es una práctica organizativa
que afecta al 43% de los asalariados de empresas
de 10 o más empleados. Aún más son los
asalariados de este tamaño de plantilla que trabajan
en el seno de equipos o grupos de trabajo, el
62%. Sólo un 8% trabaja en equipos dotados de
un alto grado de autonomía que permite a sus
miembros decidir sobre la distribución de tareas,
horario y dirección. El auge en los últimos años de
las políticas de calidad en el trabajo ha impregnado
las prácticas laborales de la mayor parte de
los trabajadores, convirtiéndose la consecución de
la calidad en una tarea intrínseca a la gran mayoría
de las ocupaciones, tanto a través de procedimientos
de trabajo que deben respetar de forma
precisa lo establecido en normas de calidad
(79%), como mediante la evaluación por parte del
trabajador de la calidad de su propio trabajo
(76%).
- Uso de EPI: El 41% de los trabajadores informa que su trabajo
requiere el uso de EPI, un porcentaje similar al de
2010. La mayoría de los trabajadores lo utilizan
siempre que es necesario, aunque es de señalar
que un 9% reconoce que no siempre lo hace.
- Representación en los lugares de trabajo:
Más de dos tercios de los asalariados españoles
que trabajan en centros de 10 o más empleados
cuentan con un representante legal de sus intereses
laborales en general, en forma de comité de
empresa o figura similar. Un porcentaje algo
menor dispone de un representante específico
para las cuestiones de salud y seguridad (delegado
o comité de salud y seguridad en el trabajo).
En ambos casos la presencia de estas figuras representativas es superior en el tamaño de plantilla
de 250 o más empleados.
- Jornadas de trabajo diversas:
El número de días de trabajo semanal más común
son cinco días (61%) y seis (24%). No obstante,
se observa un incremento de la proporción de
ocupados que trabajan menos de cinco días a la
semana (5% en 2010 y 8% en 2015) y de los que
trabajan los siete días de la semana (5% en 2010
y 7% en 2015).
Por su parte, la duración media de la semana laboral
se ha venido reduciendo en los últimos años,
de 40,3 horas en 2005 a 36,9 horas en 2015. Esta
evolución está en consonancia con el significativo
aumento del porcentaje de trabajadores que realizan
menos de 35 horas.
Si bien la mitad de los trabajadores se encuentran
satisfechos con la duración de su jornada laboral,
aquellos que exceden las 40 horas semanales desearían
trabajar menos y, por el contrario, aquellos
que trabajan menos de 35 optarían, si pudieran, por
trabajar más horas. En este último grupo son mayoría
los jóvenes de hasta 35 años y las mujeres.
Las mujeres son quienes acumulan más horas de
trabajo totales, sumando a las actividades remuneradas
las no remuneradas: labores domésticas
y cuidado de familiares. De esta forma, si los hombres,
de media, dedican 14 horas semanales a
estas actividades no remuneradas (tanto si tienen
jornada completa como si tienen jornada parcial),
las mujeres dedican 25 horas con jornada completa
y, con jornada parcial, hasta 30 horas.
En la mayoría de los casos, son las empresas las
que deciden el horario laboral de los trabajadores
sin posibilidad de cambios por parte de estos (65%).
No obstante, el 6% de los ocupados puede elegir
entre varios horarios fijos; el 13%, adaptar sus horas
de trabajo dentro de ciertos límites (horario flexible);
y el 15%, determinar enteramente su horario.
Trabajar en horarios atípicos -es decir, en sábados
o domingos, con jornadas de más de diez horas,
a turnos o por la noche- afecta a una proporción
significativa de trabajadores: el 54% trabaja en sá
bados, el 33% en domingo, el 27% realiza una jornada
diaria de más de 10 horas y el 22% tiene un
horario nocturno. El trabajo a turnos afecta al 23%
de los trabajadores. Casi la mitad de estos lo hace
en turnos fijos de mañana, tarde o noche y cuatro
de cada diez lo hacen en turnos rotativos o alternativos.
- Difícil conciliación:
El 25% de los trabajadores señala que tiene problemas
para adaptar su horario laboral a sus compromisos
sociales y familiares. Si observamos la
evolución desde 2005, no se aprecia una mejora
al respecto. En general, los hombres manifiestan
tener más problemas para conciliar que las mujeres
(26% y 22%, respectivamente).
- Mayor preocupación por las
consecuencias del trabajo en la salud:
El 37% de los trabajadores considera que su trabajo
afecta de forma negativa a su salud. Esta percepción
ha visto aumentada su magnitud en los
últimos años, incrementándose en 10 puntos el
porcentaje de trabajadores que asocian la actividad
laboral con el deterioro de la salud. Además,
son los hombres, los mayores, los trabajadores de
la Construcción y de la actividad sanitaria los colectivos
que presentan una percepción más negativa
al respecto.
Los trastornos musculoesqueléticos siguen siendo
los problemas más habituales de salud manifestados.
Así, las dolencias localizadas en cuello-hombro-brazo-mano
se igualan, en frecuencia, a las
dolencias de espalda (45% y 46%, respectivamente).
Otros síntomas, tales como el cansancio
general (45%), la cefalea o la fatiga visual (36%) y
la ansiedad (17%) han visto incrementado su impacto,
con prevalencias que superan sensiblemente
a las de cinco años antes.
En particular, el estrés en el trabajo afecta, “siempre
o casi siempre” al 30% de los trabajadores,
viéndose incrementada su magnitud en los últimos
cinco años. Aunque es un problema creciente, no
afecta por igual a todos los trabajadores, destacando
el sector de la Salud como la actividad con
mayor proporción de aquejados.
Por otra parte, el 16% de los trabajadores tiene di
ficultades, a diario o semanalmente, para conciliar
el sueño, un 20% se despierta varias veces durante
el sueño y el 19% se despierta cansado o fatigado.
Las dificultades para alcanzar un descanso
reparador parecen ser más notables entre las mujeres,
los trabajadores mayores y en ciertas actividades
como la sanitaria.
Por otro lado, casi un tercio de los trabajadores
comunica que han perdido algún día de trabajo
por una baja médica o por motivos de salud, en el
último año, siendo este porcentaje muy similar al
de 2010. En promedio, por cada 100 días de baja médica al año, 22 serían atribuibles a accidente
de trabajo, proporción que es superior en hombres,
trabajadores mayores y en las actividades
de Transporte y Construcción. Así mismo, de esos
100 días de baja, 32 serían atribuibles a problemas
de salud relacionados o empeorados por el
trabajo, siendo esta última estimación superior
entre las mujeres y en las actividades de Educación
y Salud. Además, el 41% de los trabajadores
afirma que, en los últimos 12 meses, han trabajado
estando enfermos, siendo este porcentaje
superior al revelado por la encuesta de 2010
(35%).
Para mayor profundidad de análisis, acompañamos el Informe completo de la 6ª Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo publicada por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT).